domingo, 11 de marzo de 2007

Ride Your Donkey

"Music often leads me. I discovered Mulatu Astatke's music maybe seven years ago, and I was blown away by a few things I found that he had recorded in the late sixties. I was on a hunt for a number of years: I bought some vinyl; some of his jazz stuff; some Latin jazz recorded in the states; other Ethiopian stuff. And then I was like, "Oh, man, how can I get this music in a film? It's so beautiful and score-like." Then when I was writing, I was like, "Well, this neighbor [Jeffrey Wright] is Ethiopian-American, I can turn him on to the music."
Jim Jarmusch



Según afirma el propio Jim Jarmusch, la música está en el código genético de "Broken Flowers" desde las primeras fases de su gestación. Sobrevuela y atraviesa el guión, la preproducción, la grabación, la postproducción, el montaje... Lo hace de una manera sutil, pero tratándose como se trata de una película de tempo lento y con amplios espacios narrativos se hace notar. Está claro que Jarmusch necesita que se aprecie su presencia y que la moldea para que le ayude a decir cosas. Por ejemplo, cuando utiliza a Marvin Gaye para ambientar el momento de mayor soledad en una película llena de momentos de soledad. O en ese inicio de tintes fantasmales en el que Holly Golightly (estaba claro que volveríamos a encontrárnosla) casi parece cantar desde el más allá.

Jim Jarmusch pone, porque le da la gana y porque tiene la habilidad y la intuición para hacerlo, a Mulatu Astatke en el mismo centro de la narración. La música del padre del Ethio-Jazz acompaña a Bill Murray en su búsqueda, mientras ésta se vuelve cada vez más absurda y amarga. El jazz influenciado por el funk y lo africano de Astatke, profundamente enigmático y rítmico, parece -como comenta Jarmusch en la introducción de este post- nacido para formar parte de una banda sonora. Los saxos y el órgano, siempre con el impulso justo, podrían transportar sobre sí miles de imágenes, siempre que éstas fueran igualmente intrigantes o exóticas de un modo sentimental.


Además del de Mulatu Astatke, Jarmusch incluye en "Broken Flowers", algo más disimulados en el hilo narrativo, un par de guiños musicales con pedigrí. Puesto a inventar un personaje propiciara la inclusión de Astatke en la banda sonora, ¿por qué no soltar amarras y dar rienda suelta a un cruce de etíope-rasta capaz de abrir las puertas de la Isla del Tesoro? ¿por qué no cavar un túnel desde Addis Ababa hasta el Studio One de Kingston, Jamaica, y hurgar un poco en sus entrañas menos reconocidas? ¿qué podría impedir que Jackie Mittoo estuviese justamente ahí, o que al entrar en casa de Winston suene "Ride Your Donkey" de The Tennors, mientras Don Johnston (Bill Murray) atraviesa el pasillo y saluda con familiaridad a la señora de Winston y a toda la chiquillada afro-americano-jamaicana?

Así suena "Ride Your Donkey", por detrás de Bill Murray:

When I was but a little laddie
My daddy bought a fiddle for me
And the only tune that I could play
Yes the only tune that I could play
Was

Ride your donkey
Nothing for me
Gallop you donkey
In a major key

Deep within his heart
Daddy knowed that I was smart
And the only tune that I could play
Yes the only tune that I could play
Was

Ride your donkey
Nothing for me
Gallop you donkey
In a major key

Ride your donkey

[The Tennors - Ride Your Donkey]

La elección de Jarmusch es de esas que hablan sin decir nada. The Tennors no son ni serán grandes figuras de la música jamaicana, pero la sencillez de "Ride Your Donkey" (1968), y sobretodo la ingenuidad de su letra (motivo más que suficiente para preferirla a su versión instrumental e igualmente naïf, "Copy Mi Donkey"), hizo que Jarmusch se fijara en ella para ambientar una escena llena de vitalidad infantil. Lo hizo quince años después de que Joe Strummer hiciera lo propio para "Erthquake Weather" (1989). Entre el material mayormente rock, veteranizado y after-Clash de ese disco, "Ride Your Donkey" era la canción más corta e inesperada. Una de esas canciones que de adolescente supone una sorpresa pura y que con el paso del tiempo caen con todo su peso en la categoría de "la recordaba mejor". Nada que reprochar, a pesar de todo, a Joe Strummer. Aun en el nivel valle de su trayectoria, desprovisto de la mayor parte de su significado, Strummer tuvo la intuición suficiente como para dejar caer en el sendero esa piedra que nos permitiría posteriormente desandar el camino hacia la música jamaicana, hasta darnos de bruces con el rocksteady y The Tennors.


La mejor música sucede con la mayor discreción. La modesta carrera de The Tennors, recordados casi exclusivamente por ese "Ride Your Donkey" (escrito por entero durante una convalecencia de "Clive" Murphy en el hospital de Kingston e incluído en varias de las recopilaciones de Trojan), podría servir para acreditar la gran verdad que hay en la frase anterior. Pero la fuerza de esas palabras sería unas treinta veces mayor -y esto no es ninguna exageración- si utilizásemos a Jackie Mittoo para ejemplificar el silencio que rodea en tantas y tantas ocasiones a las mejores creaciones musicales.

La figura jamaicana de Jackie Mittoo es perfectamente equiparable a la figura latina de Louie Ramírez. Con acercamientos a virtualmente todos los géneros imaginables, desde los más simples (ska para uno, boogaloo para el otro) a los más cercanos al soul-jazz y al jazz, y habilidades que van mucho más allá del mero dominio en la interpretación de un instrumento, el reconocimiento se mostró durante muchos años esquivo, e inversamente proporcional a su talento. Como arreglista y supervisor musical del Studio One de Kingston, Mittoo dominaba a la perfección todos los ritmos jamaicanos, entre los cuales el rocksteady de la segunda mitad de los sesenta -propiciado entre otros el "Ride Your Donkey"- de The Tennors no era ninguna excepción.

La pobre mentalidad occidental hace que prácticamente todos los recopilatorios y reediciones que se publican actualmente bajo el nombre de Jackie Mittoo se centren en su labor como organista. Representan en cierto modo el reconocimiento tardío (Mittoo murió en 1990, sin llegar a conocer la extraordinaria labor de sellos como Soul Jazz o Blood and Fire), pero se limitan a sí mismos, mostrando tan solo una de las muchas caras de Jackie Mittoo. Atendiendo a las notas interiores de "Champion in the Arena. 1976-1977" (Blood and Fire, 2003, las notas se pueden bajar aquí), probablemente el lugar en el que mejor se esboza el perfil humano de Mittoo, además de su papel clave en las grabaciones instrumentales del Studio One, debería reconocerse su "rol en las audiciones de cada cantante que pasaba por el estudio, la escritura de canciones, los arreglos, la producción y la mezcla de la música, que le llevaron a crear uno de los mayores y más completos catálogos en el campo del reggae".


Así, no es de extrañar que Penny Reel señale en las mencionadas notas que hablar del Studio One es hablar de Jackie Mittoo, y viceversa. "Mitto y los sonidos del Studio One", afirma Reel, "eran sinónimos". Mitto, divertido y cool, era escuchado por el resto de los músicos que grababan en el Studio One de Coxsone Dodd, a pesar de su juventud. Dodd contrató a Mittoo como supervisor musical en 1963, cuando éste contaba con apenas quince años. La precocidad del músico no le impidió ganarse el respeto de sus compañeros ni pasar a formar parte de los Skatalites (en un papel ciertamente secundario) o los Soul Brothers/Vendors (donde su órgano tenía bastante más protagonismo). Especialmente significativo es el relato en boca del propio Mittoo de cómo tenían lugar las creaciones en la época dorada del Studio One: "Coxsone tenía todos los nuevos álbumes de los USA, y cuando llegaban yo solía escucharlos, y si había una línea de bajo que me gustara en algún disco, hacía que el guitarrista la tocara, y entonces cogía una frase de piano de otra canción y la usaba como riff de bajo". Así surgió, por ejemplo, "Feel Like Jumping", a partir del "Don't Mess With Bill" de las Marvelettes, lo cual nos lleva a la conclusión de que Smokey Robinson fue (también) una figura determinante para la música jamaicana.

Las primeras grabaciones en solitario de Mittoo, recién cumplidos los veinte, son tan buenas como cabría esperar, con acercamientos a varios campos, en especial a un jazz estilo Jimmy Smith. Luego llegaría su marcha a Canadá, desde donde seguiría acudiendo regularmente a Jamaica para grabar discos y se convertiría en un pequeño héroe local del easy-listening. En aquella época, Bunny Lee lo encontró algo amargado porque nadie mencionaba la gran labor musical de Mittoo en los años anteriores. Lee animó a Mittoo a volver a grabar música jamaicana, a la busca de ese reconocimiento que le esquivaba y de ahí surgiría "Champion in the Arena", un gran álbum de instrumentales en plena era dub. Para las etapas anteriores en la trayectoria de Mittoo, en el label Studio One de Soul Jazz se pueden encontrar un número prácticamente infinito de grabaciones conducidas por Jackie Mittoo. La serie incluye un álbum bajo su propio nombre, centrado en su labor como teclista: "The Keyboard King at Studio One". También están los discos de los Skatalites de la época, y los de sus descendientes naturales, los Soul Brothers (con "Last Train To Skaville" como referente fundamental en el presente más modesto, el que no puede pujar en eBay por las ediciones originales de los discos). También corre por ahí un doble bastante interesante, "A Tribute to Jackie Mittoo", editado por HeartBeat, sello en el que, aunque no revestido con el mismo cariño esmerado de Soul Jazz, sí se puede encontrar bastante material sonoro procedente del Studio One de Coxsone Dodd.

B'dum B'dum

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, vale, todo muy bonito...

¿Pero al final quién coño ha enviado la puta carta?