domingo, 4 de marzo de 2007

El impetuoso sonido de la Escuela Moderna


El sonido de La Escuela Moderna es vehemente y acelerado. Es el sonido de la excitación, es melodía y feedback, siempre inquieta, siempre amateur. Es clang-clang y twet-twet, como ellos mismos prefieren no-catalogarlo, y freeb-freeb, wimp-wimp, slamp-slamp, o cualquier otra combinación de onomatopeyas acabadas en consonantes-disparo (p, b ó t, siempre) con no más de cinco letras; a partir de seis se considera AOR y si alguna de las vocales lleva diéresis post. El sonido de la Escuela Moderna es el sonido de todo sucediendo a la vez, como un bullicio que aglutina pequeños impulsos nerviosos. Es, como alguien dijo una vez, "uno de esos raros milagros en estos tiempos en los que escasean las cosas que significan algo". Y las cosas que significan algo escasean de verdad, no hay más que fijarse en el enfoque hueco de las revistas especializadas, sus fotos promo y esos contenidos eternamente repetidos, o "descubrir" aquello con lo que el mundo decide obsequiarnos coincidiendo en el tiempo con la presentación del número tres de La Escuela Moderna: Un Windows Fistro por aquí y un Apple i-Frog por allá (¡con forma de rana! Lo nunca visto desde el desnudo de Harry Potter), marcando bajo siete máscaras el camino del infierno.

Abajo se listan los contenidos de LEM número tres, "Animales bailadores", pero eso es un bonus informativo y lo que sigue ahora es más importante: La droga más poderosa es la pasión y la Escuela Moderna la consume en cantidades industriales. Es adicta. Tiene todos los efectos secundarios posibles. Se irrita, se regocija, se inspira, se rebela, se conmueve (un poquito, seguro), se agita, se impone, se radicaliza, y una vez al año más o menos gana. Baila y bebe, disfruta y hace la conga, y todavía le queda tiempo para algún que otro "-ismo". Porque LEM no es capaz de centrarse en el pop y olvidarse del resto, a no ser que el pop sea todo "eso", que bien pensado seguramente lo es.

Con la Escuela Moderna compartimos, para qué negarlo, muchas cosas. Compartimos, además de una infinidad de gustos musicales, la sensación de que la prensa musical está agotada sin remedio y de que el pop es demasiado importante como para dejarlo en sus manos. Algo tan excitante no merece esa asepsia rutinaria y dirigida. Nos gustaría que hubiera otras opciones para poder gritarlas y como en realidad hay pocas creamos la nuestra, tan mala como cualquiera pero con seguridad mejor que la mayoría. Eso es. Nos gustan las ideas en movimiento. Nos gusta la acción, cuando es en la dirección correcta, donde "acción", "dirección" y "correcta" se ajustan a la semántica mod, y por tanto son mucho más de lo que aparentan como simples palabras de diccionario. En cuanto a los presupuestos revolucionarios, simplemente éste no es un mundo para renunciar a ellos.

Ahora sí, los contenidos del número tres:

Anarquía para las masas. Grant Morrison y The Invisibles. Por David C. Feck. El comic sigue llamando a nuestra puerta de vez en cuando y, aunque no siempre estamos de humor para dejarlo entrar, que David Feck (Comet Gain) apunte hacia ese autor y esa serie concreta nos pone los dientes largos y nos hace sentir que aquí hay algo que sería absurdo perderse.

Los discos. Historia y práctica de un amor obsesivo Pt. 1. Por Kiko Amat. Quien no tenga la tolerancia adecuada al enfoque "Confesiones en Primera Persona" de Kiko no está, ya lo habrá adivinado, en el lugar adecuado. Este es el relato de los acontecimientos y señales que lo convirtieron en pop-obsessed. Tal vez tus discos de iniciación sean diferentes a los suyos, pero los sentimientos (de emoción, de decepción, de euforia, de rabia) seguro que son los mismos.

Breve semblanza del dinero y sus misteriosas artes. Por Carlos Alonso Romero. Por aquí ya hemos dejado constancia de nuestra admiración por el blog de la patata de la libertad. Blog politizado y tocacojones donde los haya, blog con un sentido del humor en torno al 800% por encima de la media, al tiempo que apabullantemente certero en sus reivindicaciones y diatribas. En formato papel Carlos Alonso no flaquea, ni afloja.

Cosas que empiezan por O, cuarta parte. Por Kevin Pearce. Acaba la serie de Pearce, como siempre rozando lo sublime, aunque aquí hablando de The Jam, lo que provoca esa sensación de "a estos ya nos los sabemos". Eso sí, nunca se nos hubiera ocurrido (¿o sí?) relacionar la salida del "Setting Sons" con la del "Dragnet" de The Fall.

El secreto de El Prisionero. Por Miqui Otero. No somos grandes fans de Miqui Otero, pero sí de las cosas sobre las que escribe. ADN es el único diario de este país que tiene una mínima idea de lo que significa la cultura pop. Además, "I Helped Patrick McGoohan Escape" de The Times es uno de nuestro all-time faves así que este artículo sobre la serie de los sesenta "The Prisoner" (los mods la tienen en un altar) es poco menos que de lectura obligada y el punto ideal por el que entrarle a este número de LEM.

Kurt Vonnegut. El hombre sin patria. Por Uri Amat. A lo tonto a lo tonto, Uri Amat ha firmado alguno de los mejores capítulos en los cuatro números hasta la fecha de LEM. Kurt Vonnegut, alias Kilgore Trout, es reivindicable por muchas cosas. A nosotros nos seduce su omnipresente sentido del humor, sus etcéteras, y esa capacidad para crear una crítica diferente, brutal a la vez que descojonante, y habitualmente camuflada de infantil inocencia. Todo eso, se puede encontrar en libros como "El desayuno de los campeones".


Recuerda que la Escuela Moderna cuesta 0 (cero) ecus, porque el dinero, que es sucio, no debe permitir acceder a cosas así, y que responde desde el primer número al concepto de potlatch: Es decir, ellos te lo dan en una fiesta, o tú se lo pides, o te lo descargas aquí, pero por favor no te reprimas si te apetece distribuirlo mediante tus propias copias, o sientes el impulso de hacer algo nuevo a partir de ello, de devolver el regalo con un obsequio todavía mejor (si lo haces, si creas algo bello, por favor guárdanos una copia). Se busca una espiral de efectos boomerang que acabará, en no más de seis meses, con la incineración pública de todos los i-Frogs y Windows Fistro del mundo.

B'dum b'dum