lunes, 26 de febrero de 2007

[Crosswires 1] Lucksmiths - La 2 10/09/06

Haciendo honor a su nombre, la serie Crosswires nace con la intención de dar cabida y salida a información cruzada procedente de diversos orígenes. Textos fantasma, que deberían haber vivido en otro sitio y finalmente no lo hicieron, o que al ser publicados llevaban la marca de pulgares enormes sobre su superficie; o bien, simplemente, ideas que mantienen su vigencia y piden un cierto lugar más allá de su contexto original. En la mayoría de los casos, son ellas quienes lo exigen, y lo hacen con esta insistencia:

When you've got Crosswires
Everything is Buzz Buzz
Everything is Beep Beep

[XTC, Cross Wires]

La primera entrega de Crosswires, tal vez sugerida subsonscientemente por no haber podido disfrutar de la visita de The Zebras la semana pasada, llega con pasaporte australiano y visado pop. The Lucksmiths vienen de algo lejos, tanto en el espacio (miles de kilómetros) como en el tiempo (cinco meses), pero con esas canciones no hay distancias capaces de alejarlos demasiado de nuestros afectos. La razón, bien simple: Este mundo es muy pequeño y ellos son muy grandes.


THE LUCKSMITHS
Sala: La 2 (Barcelona). Fecha: 10-09-06. Público: 150. Estilo: Pop. Promotor: Strange Ones.

The Lucksmiths llevan la grandeza del pop escrita en los ojos. Incluso a las dos de la madrugada lucen radiantes, suenan radiantes y consiguen, recíprocamente, un radiante reflejo de sintomático aprecio. O sonríen (no todos los grupos lo hacen correctamente, la mayoría son pésimos en algo tan básico), o bromean despreocupados, o dejan al público boquiabierto frente a la templada efervescencia con que combinan lo impecable, lo vivaz y lo inteligente. En su progresión renuevan seguidores y conservan amigos. Progresión, en su caso, no implica lanzarse a hacer baladas de vaqueros ni cantos a la edad del fondo de pensiones. Por el contrario, significa llegar hasta aquí, hasta “Warmer Corners”, un disco para escuchar un millón de veces; significa llegar hasta esta gira, con conciertos llenos de remolinos emocionales, un surtido de momentos para rememorar otras tantas veces; cocinados sin la guarnición de trompetas del álbum pero con el doble de fuego en las guitarras. Pop en estado de gracia. Con un pie en la serenidad urgente de las canciones, y el otro sobre el charles que Tali White –un prodigio de coordinación de esos a los que el pop nos tiene poco acostumbrados- toca erguido y risueño mientras canta sin perder un solo tono. The Lucksmiths, todos ellos, deleitan como si cada una de sus notas fuese un deseado regalo. Como si cada frase tuviera premio en un global de gordo navideño. No se necesita un bombo para tocar pop, es otra cosa lo que hace falta y ellos la tienen. Se puede ser el mejor en algo y que solo te conozcan 150 personas en una ciudad de millones. ¿Y qué más da? The Lucksmiths son auténticos maestros en el arte de conseguir que esas 150 personas sientan una buena punzada y, meses después, la recuerden mientras esperan la vuelta de esos ojos que llevan el pop escrito y brillan con la fuerza de toda la melodía de Australia.


Así de bien se vieron también los Lucksmiths en Barcelona

B'dum b'dum

jueves, 22 de febrero de 2007

Pop Story 2


En una ciudad donde puedes subirte al tranvía una buena mañana y encontrarte de bruces con un cretino gritándole a su teléfono móvil "Inteligencia emocional, sí, es una obra clave de la literatura" (juro por el "Cut" de las Slits que no hay nada inventado en estas escalofriantes declaraciones moduladas en GSM), es conveniente autodesterrarse de vez en cuando. Lo mejor es tomar las de Villadiego, esfumarse temporalmente, abandonar aunque solo sea durante un mísero fin de semana los orígenes amados, renunciando a la segura rutina por una cascada de sorpresas en alguna otra ciudad extraña, en la que poder desencajarse riendo, desencajarse bailando, y desencajarse a golpes de rabia, euforia, orgasmo, éxtasis y otras emociones igualmente carnales y desesperadas. Dicho de este modo, no parece ningún sacrificio, y no lo es. Así que eso es exactamente lo que nos disponemos a hacer. Nos vamos a Valencia, donde intentaremos el viernes que el Swan hierva, mueva la cabeza compulsivamente, tenga taquicardia y chorree sudor a borbotones, haciendo las cosas que como personas más nos gustan: hervir, mover la cabeza compulsivamente, tener taquicardia y chorrear sudor a borbotones. Llegaremos a semejante estado con un tutti-frutti de blondie-new wave, buzzcock-punk, parker-soul, dury-funk, y b52-pop, a la que se sumará la desengrasante acción de media horita de horteradas sin vergüenza ni autocensura. Trataremos de encontrar la proporción correcta de síncopas, velocidad, ineptitud y genio. Canciones con requiebros, canciones metralleta, canciones de colores y canciones de oro, como la edad de la Chamorro. Even Dozen, César Prieto y aquí Zinc Alloy, desde la ciudad de los tranvías de plástico.

En ramillete.

B'dum b'dum

martes, 20 de febrero de 2007

Guía cLOUDDEAD para no aficionados al hip hop


Así son los buenos grupos. Te inundan de dudas acerca de lo que de verdad te gusta. Irrumpen desde lugares inesperados, jamás los ves venir y cuando te los encuentras ya han hecho suyo un territorio que ni siquiera sabías que existía. Por extraños y particulares que se les haya considerado, cLOUDDEAD son un grupo de hip hop. ¿O no? Puede que en realidad nunca lo fueran del todo, que siempre estuvieran a punto de serlo, que simplemente encontrasen divertido tratar de reventar la aburrida idea de lo que es la música con collages desquiciados a lo Negativland. Lo que doy por sentado es que, desde el hip hop, tomaron los riesgos para situarse en el filo de algo y que con toda probabilidad ni ellos mismos sabían lo que ese filo podía llegar a cortar. Se aventuraron y en ocasiones hasta se pasaron de listos, convirtiéndose en carne de indie con ínfulas. "Poesía sobre beats" ¿Quién demonios puede tragarse eso? Por no hablar de lo de la camiseta de Whitesnake, innecesaria bajo cualquier punto de vista considerado. Pero en un ejercicio de distancia, de búsqueda de la esencia musical, lo cierto es que no muchos grupos encuentran su nombre asociado a Dylan Thomas, Grandmaster Flash y My Bloody Valentine a la vez en un mismo artículo. Hay pocas definiciones más intrigantes y acertadas que ésa.


cLOUDDEAD, nunca lo ocultaron, eran indudablemente arties. Lo eran en el hip hop como Tom Verlaine lo había sido en el punk de Nueva York, aunque la metáfora más correcta para lo que representa su música en relación al hip hop más callejero sería algo así como el equivalente a ser Pere Ubu y tener enfrente a los Dead Boys. O ser Can en un mundo lleno de Janis Joplins. O un Brian Eno rodeado de clones de Slade. cLOUDDEAD fueron un grupo en el que se hacía imposible no fijarse, aunque estuvieran en la escena de al lado. Un grupo de sorpresas y también un grupo de drones. Un grupo que robaba por igual beats y atmósferas, en busca de nuevos estímulos y sonidos. Eran ladrones con ideas propias y alucinantes acerca del valor del robo. Cuando no encontraban nada que robar, lo creaban ellos mismos, como los Residents. Con la misma escasez de explicaciones y el mismo aire de haberse caído en una marmita de ácido. Fuera lo que fuera lo que hicieran, nunca se les vio amilanados, ni arrepentidos.


cLOUDDEAD nos desorientaron en el espacio, en las x's, en las y's y en las z's. De ellos dijeron que eran hip hop unos y que no los otros. Ni siquiera dentro del propio grupo conseguían ponerse de acuerdo. Y es que, a pesar de los breaks, las rimas, el flow y todas esas palabras que se usan exclusivamente vinculadas al hip hop, en su música podían oírse los fantasmas (que algunos confundieron con ecos indietrónicos) de Pram, Broadcast o Laika, a los que nadie citó, y Flying Saucer Attack, a los que sí mencionaron. No se habló de The Art Of Noise, pero sí, con razón, de Boards Of Canada, aunque eso fue solo porque los escoceses remezclaron "Dead Dogs Two", con bastante tino por cierto. Otro nombre musicalmente conectado con cLOUDDEAD es el de Her Space Holiday. Marc Bianchi buscó el mismo punto que ellos habían encontrado desde el hip hop desde el extremo opuesto del espectro: el pop.

cLOUDDEAD hicieron por lo menos otra cosa valiosa: dieron definitivamente al traste con la idea (no demasiado inteligente por otra parte) de que nada sobre lo que escribiesen los Broc podía tener interés alguno, al menos en el aspecto musical. cLOUDDEAD, definitivamente, sí merecían la pena. Crearon su propia burbuja de excitación a partir de lo que encontraron en otras quinientas burbujas anteriores, simultáneas o posteriores en el tiempo. Aun viajando dentro de lo que podríamos denominar en un sentido amplio el tren del hip hop, cLOUDDEAD son más sueño de ácido eléctrico o marcianito verde en caja de galletas que rap, o cualquier otro estilo al que se les haya asociado en vida, o una vez desaparecidos.


cLOUDDEAD, un cancerbero con un alto grado de individualidad en sus tres cabezas (para atestiguarlo están la infinidad de proyectos paralelos que Why?, Doseone y Odd Nosdam han ido dejando tras de sí, todos y cada uno de ellos eclipsados por el peso de cLOUDDEAD), forzaron la máquina hasta que ya no pudieron funcionar. Cuando nos dejaron se les notaba cansados pero estaban todavía llenos de promesa. Tras una breve (en el tiempo) andadura, exhalaron su último aliento, ya separados, con un disco simultáneamente decepcionante y emprendedor. Un disco en el que seguían pensando en números (obsesión reiterada a lo largo de unas grabaciones que tienen mucho de matemáticas y abstractas), en el que seguían experimentando con voces, samplers e instrumentos combinados de maneras sorprendentes. El disco se llamaba "Ten" (2004) y como "cLOUDDEAD" (2001) no estaba confinado a las reglas del hip hop, pero tampoco era ningún estilo nuevo, porque los estilos ya estaban ahí anteriormente, solo que no existían exactamente así.


La única imagen que me viene a la cabeza para despedir este largo texto, que tenía como uno de sus retos convencerme a mí mismo de algo que he olvidado por el camino, es la de un cubo. Un cubo de rubik en el que las piezas fuesen solo de tres colores, o que por el contrario tuviese más de seis colores, varias gamas de verdes, amarillos y rojos, o media docena de dimensiones. Algo extraordinario, en cualquier caso, con lo que fueran inútiles los esquemas y las estrategias, que frustrase sin remedio a analistas y estrategas. Que echase de este mundo para siempre a todos los especialistas, que lo son por mimetismo, en solucionar cubos de rubik.

B'dum B'dum

miércoles, 14 de febrero de 2007

Think!, Zinc, Thick As Thieves

Dos palabras se confunden en este embrión de blog. Son dos vocablos ingleses, su cultura se nos impone, pero no a la fuerza sino por convergencia subterránea en un mundo que es global pero de una manera rara y sesgada. "Think!" y "Zinc" se empujan la una a la otra, se alimentan mutuamente. Combinan sus letras en formas intermedias que no hacen variar su fonética: "Zink", "Thinc", "Zhink", "Thzinck"... y al final se desdibujan y acaban por no significar nada, pero a la vez lo significan todo.


"Think!" es una exaltación. Es un imperativo que no obliga (¿cómo se puede obligar a alguien a pensar? La educación punitiva lleva siglos fracasando en ello), sino que sugiere, de un modo en el parece que si esquivas la sugerencia te conviertes en un zoquete, o peor, en alguien que tuvo su oportunidad y la dejó escapar. Tal vez por eso, no conozco a muchas personas que recibieran el mensaje de los Jasmine Minks y lo dejaran de lado. En realidad, no conozco a demasiadas personas que recibieran mensaje alguno de los Jasmine Minks, pero ése es otro tema, que sospecho está en vías de solución desde que Rev-Ola editara un recopilatorio de los Minks bastante necesario para restituir su mensaje. Hace unos días, Karpov Shelby se sacaba de debajo del alfil la portada del 7" de "Think!" (1984) y lo relacionaba sutilmente con este humilde blog. La imagen de arriba ha sido robada a Karpov, que a su vez la había tomado de la colección de sleeves de la web de los Minks. Coger cosas de por ahí está bien, siempre que sean bonitas o importantes, y esta portada es ambas cosas y encima permite construir algo a su alrededor. Además, NO podía ser otra. Esas flechas/marcas de exclamación no hacen sino ratificar la mezcla de pensamiento, alma y sensación que hay detrás de "Think!", la canción. Karpov dio por supuesto que Zinc era un homófono de "Think!". Y tenía razón, pero se equivocaba. "Zinc" no era exactamente igual a "Think!". "Zinc" era simplemente "Zinc".

Y "Zinc" era "Zinc Alloy", que era Marc Bolan, que era T.Rex y en la prehistoria había sido Tyrannosaurus Rex. Marc Bolan nunca miró como aquí. Desde la portada de "Zinc Alloy and the Hidden Riders of Tomorrow" (1974) esa mirada penetrante a lo Paul Auster avisaba. La cosa iba en serio y tú estabas totalmente a su merced. Para un adolescente (dieciséis años y recién comprado el disco de oferta en Pelayo 14 por 300 pesetas, aún conserva la etiqueta) había pocas posibilidades de escapar. Descontextualizado del grueso de la producción de T.Rex era imposible detectar los altibajos, todo el relleno que nos estaba colando Bolan con las magníficas "Venus Loon", "Teenage Dream" y "The Leopards Featuring Gardenia & The Mighty Slug", estratégicamente situadas al principio y al final de las caras del álbum. Esas tres canciones eran gloriosas, y en el caso de T. Rex 'glorioso' tiene, con todos esos coros glam pasados de rosca, un significado literal. Su poder de atracción era innegable, Bolan era un mago, una criatura mitológica con poderes sobrenaturales. Su universo era tan irreal como bizarro. Nunca hablaba de viejos que van al callista y se toman un carajillo de camino, sino de los Jinetes del Mañana, a los que aun esperamos ver aparecer el Día de la Gran Venida, doblando imponentes la esquina de la Diagonal con Balmes, a lomos de leopardos del tamaño de un elefante y encabezados por su terrible líder, Aleación de Zinc, recordman mundial de rebanar las cabezas de los malos, con una marca de 72 cabezas en tres minutos. Zinc era pura fantasía, un delirio de segunda inconfundiblemente setentero, soberbio e inmaterializable. Una puerta abierta al mundo de Topo-puede-ser, sin contables ni callistas. Molaba.


Después de Marc Bolan, nada podía volver a ser lo mismo. Ni siquiera la palabra "Zinc", que pasó a ser "Zic", entonces "Thic" y finalmente "Thick". "Zinc", luego "Ziv" y "Zieves", y por fin "Thieves". Todo junto "Thick As Thieves". O lo que es lo mismo, uña y carne. Culo y mierda. Paul Weller y Dave Waller. Los amigos de la infancia, el músico incansable y el poeta vago que no fue capaz de seguir el ritmo de The Jam. Acabaron disolviendo su amistad por culpa de las drogas, pero en 1979 estaban lo suficientemente unidos e inspirados como para plantear un discurso en cuatro canciones -"Thick As Thieves", "Little Boy Soldiers", "Wasteland" y "Burning Sky"- sobre (precisamente) la amistad. O, para ser más exactos, la pérdida de ésta, por avatares de la vida y circunstancias políticas. La historia de los dos amigos que acaban en puntos opuestos del espectro social, incluida en el "Setting Sons" (1979) de The Jam, puede resultar pelín Ray Davies, pero no es moco de pavo para un Weller de veintiún años que despegaba como cronista vital. Empieza (y se resume perfectamente) con "Thick As Thieves", una reflexión con los buenos tiempos en el objetivo, doblemente conmovedora y anticipadora de un final trágico, tanto en la ficción de "Setting Sons" como en la realidad Weller-Waller. Un personaje tan complejo y a veces tan miserable como Weller se situaba del lado bueno, y en primera persona toca la fibra de cuanto tiene de estimulante la amistad adolescente. La versión desnuda de la canción (incluida en "Extras") añade una nueva dimensión a "Thick As Thieves". Las mismas palabras, dichas por Weller solo con su eléctrica en una habitación vacía, parecen tener un significado mucho más hondo. La amistad perdida es más dolorosa en soledad. Los espacios dejados por los ausentes Foxton y Buckler se suman, en lugar de restarse, para conseguir una atmósfera que cortaría un bloque de granito. Quizás no sea lo mejor ni lo más inspirador que haya grabado Weller (que no lo es), pero sí está entre lo más emocionante. Da escalofríos. Ni en la versión álbum de "Thick As Thieves" ni en ninguna otra de sus grabaciones se oye sonar así la guitarra, con resentimiento e impotencia. Mientras, Weller canta con una mezcla de añoranza e ira:

We stole from the schools and their libraries,
We stole from the drugs that sent us to sleep,
We stole from the drink that made us sick,
We stole anything that we couldnt keep,
And it was enough - we didnt have to spoil anything,
And always be as thick as thieves.

Like a perfect stranger - you came into my life,
Then like the perfect lone ranger - you rode away - rode away,
Rode away - rode away.

Y así, el amigo que se va desaparece como un llanero solitario ("Hi-yo Silver, awaaaaaay!"), cabalgando un leopardo plateado del tamaño de un elefante, mientras el amigo-primera-persona se queda atrás, con el single de "Think!" por toda compañía, y este pensamiento resonando en un cerebro que confunde las palabras "Think", "Zinc", "Thick" y "Thieves": "And it was enough - we didnt have to spoil anything".

B'dum b'dum

lunes, 12 de febrero de 2007

Vic Godard & Bitter Springs - Blackpool (inédito)

Con esta pinta como de estar por casa (poco apropiada para un señor que se ha vestido a lo Sinatra para cantar swing y tiene su propia entrada en la Wikipedia), Vic Godard y los Bitter Springs daban rienda suelta a su pasión por lo inesperado, un 1 de diciembre de 2006. Dicen Bitter Springs (a veces se escriben con el "The" delante, otras sin él) que siguen haciendo algún concierto al alimón, de manera ocasional. Según parece, llegaron a grabar hasta ocho canciones con Godard que llevan dando vueltas por esos mundos de Dios al menos un par de años y a estas horas todavía no han visto la luz. Las canciones formaron parte de "Blackpool", un musical escrito a medias por Vic Godard e Irvine Welsh, lo cual, así en abstracto, hace pensar en... hace pensar que necesitamos un descanso...

Por puntos:

1. Vic Godard, punk incómodo, influencia total para los grupos de Postcard, aspirante a crooner según impulsos, soul man atípico, el punk al que el swing nunca le dio miedo. Como consecuencia, autor de álbumes tan dispares e imposibles como "What's the Matter Boy?", "T.R.O.U.B.L.E.", "Long Term Side-Effect" o "Sansend". Al final de "T.R.O.U.B.L.E." cantaba con su voz más naïf sobre un ritmillo country que él lo que quería era escribir un musical como My Fair Lady. "I'm Gonna Write a Musical" es una de sus canciones más divertidas e intrigantes, dentro de un álbum que es por definición diversión e intriga, una caja de emociones y sorpresas.

2. Bitter Springs, londinenses talluditos, amantes de un pop estilísticamente caótico y perfectamente sugestivo, con violinista y un sexto sentido para dar con los mejores títulos imaginables para sus álbumes. Sirvan como ejemplo "Esta sensiblería sentimental" ("That Sentimental Slush"), "Los mejores panaderos de la Isla" ("Best Bakers of the Island"), "Desde la Parroquia de la Artritis" ("From the Parish of Arthritis") o -mi favorito- "El ropero de Benny Hill" ("Benny Hill's Wardrobe"). Por si esto fuera poco, se trata de muy buenos discos.

3. Irvine Welsh, escocés. Reconocido cronista de las culturas juveniles de los noventa, las cuales presenta habitualmente envueltas en diversos tipos de drogas y diseccionadas por sustancias, tanto sociales como ilegales. Sus novelas, títulos tan conocidos como "Trainspotting", "Acid House", "Éxtasis" y "Porno", han sido regularmente publicadas en España por Anagrama.

El resultado de operar los tres sumandos de arriba, a priori, debería ser algo así como un curioso cuadro de la sociedad inglesa, bastante exhaustivo, a ratos sutil a ratos descarnado, con mucha working class y alguna droga, abarcando varias décadas de revoluciones underground. Pero mucho me temo que estas expectativas son exageradas, a tenor de la reseña publicada por el Scotsman hace cinco años (febrero de 2002). Si no desean que se les caiga el alma al suelo, mejor sáltense el link e imaginen que "Blackpool" es una versión swing-house de "All That Jazz", película en la que por cierto también corre la droga que da incluso respeto. O imaginen que se parece remotamente a intencionadas piezas de teatro con conexiones musicales como "The Benefit of the Doubt", dirigida por el inteligente Peter Brook, excelentemente documentada en la película del mismo título firmada por Peter Whitehead. Su calidad se pudo descubrir hace poco, entre los ronquidos de los espectadores que se quedaron como lirones con "The Perception of Life", en la Filmoteca de Catalunya, que le dedicaba ciclo a Whitehead. Pero volviendo al tema de "Blackpool", el musical de Welsh pasó perfectamente desapercibido y el escocés volvió a lo que mejor sabía hacer: la novela, con ocasionales incursiones en el cine.

En cuanto a las canciones que se compusieron para el musical, los Bitter Springs achacan al "ingeniero menos colaborador del mundo" buena parte de la culpa de que el proyecto de editarlas en un álbum se parara. Las últimas noticias que tuvimos sobre las grabaciones aparecían en la web de Motion. Hablaban de progresos lentos y resultados prometedores. No se mencionaba fecha de edición alguna y, al tiempo que Vic Godard aparcaba sus colaboraciones con Bitter Springs y miraba en dirección a las también estupendas Wet Dog para una nueva encarnación de la Subway Sect, "Blackpool" se convertía en otro gran álbum perdido de Godard. Ha pasado tantas veces, esto, que en su caso no es de ningún modo un fracaso sino un modus operandi algo accidentado.

Entonces, ¿está perdido el álbum en estos momentos? No del todo. Pinchando por aquí debería ser posible disfrutar de dos canciones del musical: "Working Classes" y "Blackpool". También están, para los curiosos, dos clásicos godardianos de la talla de "Ambition" y Parallel Lines". Durarán lo que duren en el myspace de Vic Godard, o sea que un buen día desaparecerán, o mutarán sin avisar en otras canciones (seguramente igual de buenas), y solo nos quedará el recuerdo. Pero, en definitiva, por el momento están ahí. Físicamente suspendidas en una red volátil, atestiguando que "Blackpool" será cuando se edite, como no podía ser de otro modo, un álbum simplemente fantástico.

Los Bitter Springs estarán tocando el próximo 24 de febrero en el Minifestival de Música Independiente de Barcelona.
Vic Godard canceló recientemenete sus dos fechas con la nueva Subway Sect, en Barcelona y Madrid, debido a un malentendido con los billetes de avión.
Irvine Welsh publicó "Porno" en 2005. La novela retoma los personajes de "Trainspotting" diez años más tarde y diez años más viejos, lo cual hace pensar que Welsh ha llegado al punto de inflexión que había al final de su etapa más visceral. O bien que ha escrito un libro sobre lo que ha perdido: la juventud.

B'dum b'dum

domingo, 11 de febrero de 2007

Thee Headcoatees - Girlsville (1993)

"Life is too short for boring music" [Billy Childish]


En el universo agotador e inagotable de Billy Childish, Thee Headcoatees representan una hábil e inteligente redistribución de la materia. Una simplificación nada insustancial que lo convierte todo en más agradable e infantil. Donde los Headcoats pueden llegar a ser vanidosos y malcarados, las Headcoatees se muestran ingenuas, despreocupadas y vivarachas. Son, definitivamente, el gran hallazgo, la mejor aportación de Billy Childish a la década de los noventa. Una nueva vida para las canciones y filias del británico, una ampliación del concepto headcoat, en la que siguen mandando las gorras de campiña, pero donde, esta vez sí, está permitido sonreír y equivocarse. Es una concesión afortunada. Un regalo, en primer lugar, para el sentido de la vista, por razones obvias y no exclusivamente relacionadas con la belleza física. Y en segundo término, una relajación de los códigos headcoat, que permite liberar al sonido de un elevado tanto por ciento de rigidez y sustituirlo por cosas tan mundanas como la algarabía, el despiporre y el alcohol de media graduación.

Por lo demás, "Girlsville" es como cualquier otro disco de la saga Billy Childish. Quien haya escuchado más de dos, ya sabrá lo que hay. Siempre es lo mismo y siempre el mensaje es igual de claro. Garage y rhythm'n'blues más allá de la música, enmoquetado con plagios desvergonzados y autoreferencias continuas. Garage y rhythm'n'blues como concepto vital, como declaración de rechazo de las nociones equivocadas de tiempo y progreso. Si se piensa bien, esto tiene bastante sentido.


En el corazón de las Headcoatees, además de todas estas cosas, había espacio para algo más. La chica de la izquierda, la que se lleva la mano a la gorra como para divisar mejor a los terriers detrás del zorro, es Holly Golightly (efectivamente, como la protagonista de Desayuno en Tiffany's) y vale un potosí. Aunque en la portada del disco aparece pertrechada en actitud de tocar la batería no era ésa su labor. Tampoco las otras tocaban mucho más que no fuera la pandereta. Bueno sí, las maracas. Se pueden oír, por ejemplo, en la relectura de "Meet Jacqueline" de Albert Hammond, perla de "Girlsville" y canción perdida de The Troggs ("Trogglodynamite", 1966) que bien pudieran las Headcoatees haber recuperado vía cara B de Barry Benson ("Cousin Jane/MeetJacqueline", 1967). Mientras los Headcoats tocaban los instrumentos, las chicas se podían dedicar a las cosas verdaderamente importantes. Golightly desarrolló en tiempos de las Headcoatees un talento que no mostró hasta que inició su propia andadura, que con el tiempo se descubrió embriagadora (atención al doble sentido). Esa es una historia que hoy no toca, una deuda moral que este blog contrae desde este preciso instante, tanto con sus lectores como con el mundo musical de Holly Golightly, bastante más amplio y aireado que el de los Headcoats y las Headcoatees. Más sobre ella en breve.


Thee Headcoatees interpretando "Strychnine" (The Sonics) en la penumbra

B'dum b'dum

sábado, 10 de febrero de 2007

Cavando en busca de oro

Dr Robert consiguió caerle mal a todo el mundo, incluso mucho después de dejar de ser una estrella. Esto último sucedió con el cambio de década, de los 80 a los 90, mucho antes de que se inventase el AllMusic y varios eones antes de que lo hiciese YouTube.

Primera Parte

Es como si a Bruce Robert Howard le persiguiese algún tipo de maldición, aparte de la del efecto boomerang de la fama, con la que coqueteó de 1985 a 1990, más o menos. El perfil de los Blow Monkeys en el AllMusic da bastante risa. En YouTube han quitado el vídeo de la mejor canción en solitario de Robert, "I've Learned To Live With Love", por no se sabe qué historia de condiciones de uso. Es curioso que los Blow Monkeys mantengan el estigma de copiones, cuando otros como Scritti Politti o los Style Council del señor Weller son reivindicados, reeditados y reencajados casi a diario. Ese funky blancuzco que los une como precursores del Acid Jazz tiene grandes momentos en la discografía de estos tres conjuntos. Bajo la superficie de su perfil más celebrity-friendly se intuye un conocimiento de la tradición soul opuesto al que exhiben los DJs de rare-groove. La diferencia consiste en que Robert, Weller y Garthside sitúan el atrevimiento por encima del olfato y el buen gusto.
De los Blow Monkeys, se tiende a infravalorar su capacidad de imaginación al borde el abismo mainstream. A Robert no le faltaba vanidad, pero tampoco recursos. Unos cuantos ejemplos:
1. En general "Limping For A Generation" (1984) todo entero. Hay que ver lo bien que le sentaban los violines a su música ("He's Shedding Skin") y no digamos las secciones de vientos ("The Man From Russia"), o cómo Dr Robert era capaz de suplantar a Marc Almond ("Professor Supercool") y a Fun Boy Three ("Fat Cat"), o ponerse psicodélico ("TrashTown Incident") y apoteósico ("Go Public"), todo en el mismo disco. Eso solo vale un total de tres estrellas en AllMusic, sobre un total de cinco. No me digan que no es como para carcajearse y hacerse pis encima.
2. "Digging Your Scene", un momento de máximo brillo de "Animal Magic" (1986), álbum en el que, disfrazados a lo Conan-Doyle (elemental querido Watson), se permitían dar palpelo a Style Council con la sucesión de hits de la cara B: "I Nearly Died Laughing", "Don't Be Scared Of Me" y, de colofón, un "Burn The Rich" inquietante e imposible en su mezcla de blues, country y soul -Robert ya era en sí mismo una mezcla inquietante e imposible: escocés, de backgroud australiano, y con aspiraciones americanas-. Todavía les queda imaginación para el acompañamiento do-wop de "I Backed A Winner (In You)" y el gospel con violines digno de los oficios de una iglesia blanca del jazz titulado "Heaven Is A Place I'm Moving To".
3. "Squaresville" y "Come On Down" del tirón, abriendo la cara B de "Whoops! There Goes The Neighbourhood" (1989). Era su cuarto álbum.
4. De "Choice?" (1989), el maxi, toca fijarse en el diseño de la carpeta. El interrogante rojo en el centro no es realmente un interrogante, es un agujero, a través del cual se pueden ver primero la galleta del maxi y luego las dudas razonables acerca de lo que nuestras elecciones tienen de selección entre opciones aceptables.


Segunda Parte

Dr Robert no se acabó todas sus ideas en los Blow Monkeys. Se hizo mayor, qué remedio. A ratos se echaba al cuello la acústica, como un cantautor folk cualquiera, sin serlo, a ratos se envolvía en electrónica de salón, a ratos rendía homenajes a Walt Whitman, a ratos se golpeaba la cabeza contra el muro de hormigón armado de la EMI, o hacía unas caras B que ya quisiera Paul Weller como caras A ("Sanctuary"). Y, por supuesto, rozó lo sublime, con la explosión pop de "I've Learned To Live With Love", la combinación de elementos rítmicos y melódicos más perfecta que Robert ha sido capaz de idear en sus más de veinte años entregado al mundo de la música (la de Garthside fue "The Sweetest Girl", la de Weller "Come To Milton Keynes").
Además, el Dr aprendió a vestirse. Puso fin al ir y venir de estilistas y maquilladores, especializados en famosos y armados con toda clase de loreales y voluminizadores absurdos, con los que despilfarró el dinero de la RCA en los ochenta. Costasen lo que costasen, el 90% no lo valían.
Para muestra del signo de los tiempos, una foto de la etapa en solitario:


Y, de frente, el vídeo del "Digging Your Scene" de los Blow Monkeys:


Se palpa la diferencia.

B'dum b'dum

viernes, 9 de febrero de 2007

B'dum B'dum

Hay personas que no saben hacer fotos. Personas que no tienen la habilidad suficiente para contar chistes, hablar en público con una mínima inteligencia o cantar canciones sin provocar hemorragias. Personas que no tienen prisa, que se mueven cuando pueden, cuando quieren o cuando les dejan. Que no se enteran de lo que está pasando, aunque les explote en las narices. El mundo entero ha cambiado, se ha poblado de ágiles bloggers, mientras ellos (las personas, lentas de reflejos, no los bloggers) seguían viendo nouvelle vague o escribiendo en papel. Sus textos pasaban del papel roñoso a ocupar los márgenes (físicos y conceptuales) de periodicuchos baratos que iban a parar directamente a miles de papeleras, contenedores azules o sitios peores. Un desperdicio.

Además de personas, también hay razones. 1957 fue el año de Gene Vincent & His Blue Caps. 1967 lo fue el de “The Tears of a Clown” de Smokey Robinson & The Miracles. El 29 de enero de 1977, sábado, hace treinta años y once días, se editó “Spiral Scratch” de los Buzzcocks, que había sido grabado en diciembre de 2006. Lo produjo Martin Hannett, por aquel entonces todavía Martin Zero. Fue la primera vez que se pudo oir en un vinilo el b’dum b’dum que lanza este blog hacia no se sabe dónde. En 1987 llegaron en tropel “Foxheads Stalk This Land” (Close Lobsters), “Rock Legends: Volume 69. Talulah Mania” (Talulah Gosh), “Honky Tonkin'” (Mekons), el “Pump up the volume” (M.A.R.R.S.) y “Actually” (Pet Shop Boys). Y también “Las calientes noches del barrio” de Los Coyotes. En 1997 no pasó nada, porque “Let No-one Live Rentfree in your Heart” de Nicolette se había editado el año anterior. Para ser justos, lo cierto es que algunas cosas sí pasaron: Por ejemplo, “Tortilla estatal” de Patrullero Mancuso, “Dots And Loops” de Stereolab y “Sneaky” de Comet Gain (con ese pedazo de Strength abriendo el disco para la eternidad). 2007 puede ser un año de mierda, pero será el último en la vida de mucha gente, y puede serlo incluso de la nuestra. Es por eso que hay razones. En 2006 fueron Le Pianc y Pants Yell y, sean quienes sean los Pants Yell de 2007, habrá que gritarlo fuerte.

Hay personas que no saben hacer fotos, recuerda. Así que dicen hola, b’dum b’dum y se despiden hasta luego. Tienen algo de prisa, en veinte minutos se presenta “Cosas que hacen bum” en el Heliogàbal. Y dicen que el jolgorio (¡milagro!) empezará puntual y acabará tarde.

B’dum b’dum